ENRAIZANDO LA MENTE

Así como el cuerpo se conecta con la Tierra para encontrar su fundamento, la mente se conecta con el presente.

Una buena postura. Separar los pies el ancho de caderas, apoyar el pie completo en el suelo. Ese es el punto que nos conecta con la tierra. Relajar las rodillas, entrar suavemente la cadera para rectificar las lumbares. Estirar la coronilla hacia el cielo. Bajar los hombros, relajar los codos. Sentir la suavidad en las manos.

Una buena postura. Separar los pensamientos y las emociones. Dejarlos pasar, sin rechazarlos o apegarse a ellos. Sentir la respiración. Es lo único que perdura. Es el presente, el ahora. Sentir el cuerpo, cada parte. Es lo único que está porque es lo que percibimos siempre. Es el aquí. Centrar la concentración en ello, en el aquí y ahora, en la respiración y el cuerpo. El fundamento de la mente está allí y a eso se agarra. La mente se enraiza al presente.

Las raíces del cuerpo entran en la Tierra. Las raíces de la mente entran al momento presente.


El enraizamiento es estabilidad, equilibrio, armonía, discernimiento, sensaciones… Cuando el cuerpo no está enraizado, es imposible andar, uno se cae, se pierde, se deja empujar, no se sabe defender. Cuando la mente no está enraizada, no hay claridad, se pierde entre los pensamientos hacia pasado y el futuro, se cae en el vacío que genera el continuo pensamiento, se deja empujar por las emociones, no se puede defender de si misma.

Pie derecho, pie izquierdo. Inhalación, exhalación. Tus ojos leen, tu mente interpreta. Quédate aquí, en tu cuerpo. Quédate ahora, respira. Sigue aquí, no importa lo que hagas. Regresa.

Regresa otra vez. Quédate contigo.

El árbol en el río


Esta es una postura estática que favorece el enraizamiento y la incorporación de energía de agua en el dantien inferior. Esta energía enfría el cuerpo, equilibra lo emocional (apaga el fuego del corazón), nutre los riñones y favorece la relajación y regeneración. La respiración durante la ejecución de la postura es abdominal.

Parados ancho de caderas imaginar que los pies reposan en el fondo de un río. Sentimos las piedritas bajo los pies y con cada exhalación, los pies se hunden en el lecho de río. Posamos las manos sobre el agua a la altura de la cintura, con los brazos relajados. Los hombros flojos, lo mismo los codos y las manos ubicadas por debajo de la altura de los codos con los antebrazos abiertos a 45º mas o menos.

Los pies son las raíces y los brazos son las ramas del árbol. Las manos son las hojas que al tocar el agua generan las ondas circulares. Al principio el agua puede estar agitada y turbia. A medida que pasamos minutos en la postura, el agua se va aquietando hasta llegar al punto de quietud total. Si nos movemos, movemos el agua. No debemos hacerlo, la calma del agua nutre el cuerpo. Así nos quedamos unos minutos, no tiene importancia cuantos, sino la concentración y atención puesta durante estos breves momentos de calma.

Para cerrar la postura, imaginar que juntamos agua con las manos, rozando la superficie, y la llevamos al dantien, tres veces. La energía del agua entra así al cuerpo.

Lleguemos todos a fin de año con la energía puesta en el momento presente. Dejemos atrás el cansancio, las quejas, el pasado y no pensemos tanto en lo que vendrá. Cada momento es valioso y para vivirlo plenamente hay que estar en armonía con uno mismo, con vitalidad y ánimo.